El amor es suficiente enfermedad y cura para un ser sin dolencias y sin problemas, trae consigo toda aquella paciencia que te haga falta (hasta con los que realmente la deberías tener), empiezas a alucinar, a mirar lo bonito de trasnocharte por horas, a pensar en lo increíble de dedicar cada pensamiento, cada suspiro, cada sueño, cada canción, cada todo a una persona que consideras irremplazable para ti; solo porque realmente te place mantenerte así, ser dependiente de este complejo sentimiento, de seguir luchando sin descanso, de entregarte sin medir las consecuencias, con el único propósito de lograr todo lo que en tu corazón anhelas o en muchos casos quizás por miedo al cambio, a intentarlo nuevamente y volver a fracasar. Es por esto, que a veces nos aferramos a amar en una sola dirección, nos preguntamos en si es o no la o el indicado, nos recostamos cada noche dándole vueltas a sus virtudes, a sus defectos y a sus particularidades; siendo muchas veces el ser querido como un sol incandescente que te impide abrir los ojos y observar con la razón, porque estás dispuesto a reacomodar todo si es posible para que esa persona siga siendo perfecta, justificando siempre sus acciones sin percatarnos de la situación o sin querer darnos cuenta de ella.
El amor aunque perfecto y superior también muere, lastimosamente tiene fecha de caducidad quizás cercana o en muchos casos llega con grandes atrasos, pero siempre acompañada de desilusiones, confusiones, de un “me voy” o “regreso”, de un sufro o soy feliz a mi manera; y una vez que el amor expide te sobrecargas de soledad, ya que al amar llenamos grandes espacios en nuestra alma que, al instante de marcharse, quedan vacíos, confeccionando en nuestro interior una cueva llena de recuerdos que danzan de un lado a otro, tatuando nuestra piel con dagas de momentos que de una u otra forma afianzaron el amor que antes se creía y decía sentir, momentos que golpean las puertas de tu corazón, que pide el reembolso a cambio de nada, porque cuando el sentimiento se va, queda su espíritu caminando en las lagunas de tu mente, colmándote de tristes pensamientos reflejados y canalizados a través de la mirada de tus ojos.
By: Naomi Yánez ft. Manuel Martínez
El amor aunque perfecto y superior también muere, lastimosamente tiene fecha de caducidad quizás cercana o en muchos casos llega con grandes atrasos, pero siempre acompañada de desilusiones, confusiones, de un “me voy” o “regreso”, de un sufro o soy feliz a mi manera; y una vez que el amor expide te sobrecargas de soledad, ya que al amar llenamos grandes espacios en nuestra alma que, al instante de marcharse, quedan vacíos, confeccionando en nuestro interior una cueva llena de recuerdos que danzan de un lado a otro, tatuando nuestra piel con dagas de momentos que de una u otra forma afianzaron el amor que antes se creía y decía sentir, momentos que golpean las puertas de tu corazón, que pide el reembolso a cambio de nada, porque cuando el sentimiento se va, queda su espíritu caminando en las lagunas de tu mente, colmándote de tristes pensamientos reflejados y canalizados a través de la mirada de tus ojos.
By: Naomi Yánez ft. Manuel Martínez